José Enrique Cuenca Blanco nace en Almansa el 6 de marzo de 1921, hijo de José y Saladina, siendo el mayor de cuatro hermanos.
Pasa parte de su infancia en Madrid donde su padre es ferroviario, vuelven a Almansa en 1934, poco antes del golpe de estado de 1936, donde su padre, socialista, forma parte del Comité del Frente Popular como responsable de Abastos. Posteriormente se desplaza a Barcelona, donde estudia varios idiomas, entre ellos el alemán.
Según testimonio oral de su hermana, colaboraba con el Gobierno de la República en tareas administrativas y tras la caída de Barcelona, en la Retirada sale al exilio con la escolta del presidente de la República D. Manuel Azaña por La Vajol, allí en lugar de ser acogido como refugiado y es internado, como muchos exiliados españoles, en los Campos de Concentración franceses de Gurs y Septfonds, antes de cumplir los 18 años.
En Septfonds se incorpora a la 28ª Compañía de Trabajadores Españoles, y es trasladado a trabajar de manera forzada a los Vosgos en el noreste de Francia, reforzando las fortificaciones de la “Línea Maginot” para intentar contener la ofensiva alemana sin éxito, ya que el 22 de junio de 1940 Francia es derrotada y los trabajadores españoles que auxiliaban al ejército francés son capturados, siendo internado en el Campo francés de Belfort con el nº 7502, bajo dominio alemán.
Tras la entrevista en Hendaya entre Hitler y Franco, donde este afirma que “no hay españoles fuera de España”, los exiliados españoles son declarados apátridas y deportados a Campos de Concentración nazis en el este de Europa, pasando por los de Fallingbostel (nº Z 429) y Neubrandenbourg en Alemania, para ser deportado finalmente al de Mauthausen en Austria, donde entra el 27-1-1941 con el nº 5886, antes de cumplir los 20 años.
A este campo llegaron la gran mayoría de los deportados españoles donde, entre privaciones, trato degradante y trabajo esclavo en su cantera, extrayendo piedra y subiéndola por su interminable “escalera de la muerte”, amén de las vejaciones, experimentos médicos y ejecuciones arbitrarias o forzadas en cámaras de gas, perdieron la vida, más de la mitad de los 10.000 españoles allí internados.
Afortunadamente para él, el anarquista valenciano Cesar Orquín, convence a los mandos nazis de crear kommandos para realizar trabajos fuera de Mauthausen. José Enrique fue asignado a ese Kómmando, llegando a asistente de César por su conocimiento del alemán y de las labores administrativas, evitando así los rigores del campo principal.
Trabajó en los campos satélites de Voklabruck haciendo carreteras, Ternberg, una central eléctrica y Redl-Zipf, en los túneles donde se montaban las bombas V-1. Tras un sabotaje en este último, es devuelto a Mauthausen donde escribe un diario que describe los rigores de su último año de cautiverio.
Gracias al “Kómmando César” logra sobrevivir a sus más de 4 años en el campo de concentración de Mauthausen. Saldría liberado el 6 de mayo de 1945, con 24 años…
Tras algún tiempo en Austria, vuelve a Francia, pasando por varios campos y hospitales, donde los republicanos españoles, que no pueden volver a su país a riesgo de sus vidas, intentan recuperarse de los rigores de la deportación, ser acogidos por México o Argentina, o encontrar trabajo y asilo en Francia.
José Enrique, intenta reunirse con su padre José Cuenca Pina, exiliado en Argelia que salió de Alicante en el buque Stambrook, en los últimos días de la Guerra, pasando por varios campos de concentración como trabajador forzado en el ferrocarril Transahariano y que, una vez liberado, continuó trabajando como ferroviario para la compañía MED-Níger en la estación de Colomb-Béchar, en el desierto argelino a 1.000 km de la costa.
Su padre lo lleva buscando desde que salió deportado de Francia en 1940, a través de la Cruz Roja y de sus compañeros socialistas en el exilio. Tardarán casi dos años en reunirse, hasta que, a finales de 1947 consigue por fin llegar a Argelia. Tendrán menos de dos años para disfrutar del reencuentro, puesto que José Enrique fallece el 10 de junio de 1949, de las secuelas de su paso por los campos, sólo tenía 28 años…
Su padre consigue reunirse con su mujer e hija allí en 1951, falleciendo en 1956. A principios de los 60, huyendo de los disturbios por la Liberación de Argelia, su familia se vuelve a exiliar, esta vez a Toulouse…
Padre e hijo yacen sepultados en el desierto argelino desde entonces, lejos de los suyos, hace ya más de 70 años…
Honor y Memoria!!
Miguel Cuenca Martínez